Jaime CARDONA HERNÁNDEZ
ME DUELE LA PATRIA
Me duele la patria, La patria proscrita, La que le arrancaron Humanos derechos, La que no conocen los acaudalados La que siempre paga los impuestos caros, Que nunca la educan por falta de plata Ni salud recibe, ni tierra, ni casa. De quien sólo esperan el feudo cumplido La que sangra y gime y pide justicia Sin ser escuchada, sin ser atendida. Esa que recorre ciudades y aldeas Que acaso le queda siquiera esperanza Porque con la guerra ni eso le han dejado. Lo que sí ha crecido, son los cementerios, Discapacitados se cuentan por miles, Huérfanos y viudas, desaparecidos, Las cárceles llenas, cientos de mendigos Hurgan las basuras buscando un mendrugo Para tan siquiera entretener la vida Esa que la forman los que se quedaron Sin patria y en ella muriéndose de hambre Formada por niños tan flacos y pálidos Que sólo los ojos le quedan brotados De mirar al mundo cruel al que llegaron. Me duele la patria. ¡La patria proscrita!
DESPLAZADOS
Dejaron sus casas, sus casas queridas, Salieron huyendo, tristes, afligidas, Eran las familias que, despavoridas, Se fueron de noche por salvar sus vidas. Solos van en marcha, parecen fantasmas, Ella y él, tres hijos, y también el perro No dicen palabra, se han quedado mudos, Tan sólo se miran, sollozan, suspiran. Esto les ha dado en pago la vida Dejando en sus almas profundas heridas. Él, piensa, en el pueblo quizá nos reciban. Ella, piensa en ellos, qué será sus vidas. Ellos van soñando la ciudad impía, Nos dará su halago, nos dará alegría, Sin saber lo infame de su fantasía La ingrata perfidia que en ella se anida. Hasta el perro piensa, cándido, inocente, Allá habrá perrillas que le den su aroma. No sabe el incauto que allá no se asoma Sino a la ventana de su amo, la mona. Amanece un día de desdicha suma, Sin café, ni arepa para el desayuno, No hay ni agua, pues aquí es vendida Las aves no bajan de los gallineros Los huevos son caros, son blancos y hueros. La casa ha quedado sin amo ni perro, Todo es desolado, con gran desconcierto, No se ven sembrados de maíz o fríjol, La huerta no tiene flores ni hortalizas. La campana alegre del pico y la azada No ha vuelto a escucharse. Lo que se oye ahora es sí la metralla, Y el cañón terrible de los militares Y de la guerrilla. Qué pena que el odio cambiara la tierra, En la que auguraban futuro feliz, Dejando en las almas de los que miramos Tristeza, abandono, querella y pavor.
LA CIUDAD
Enoc, así puso Caín a la primera, Ciudad que construyera su genio intelectual Y Lamec, el pariente del que fuera maldito Le puso la cizaña y así comenzó el mal. Es la ciudad ahora, lo digo sin dudar, Productora del crimen, miserias y maldad; Fábrica de basuras, de desechos y más Cosas que ya no hay donde irlas a amontonar. Rodéanla tugurios, circúndala miseria, Aunque su centro ostente belleza empresarial. Las torres que se elevan, airosas sin igual Parece que clamaran por justicia social. Despreciamos el campo tan sano, sin pensar, Dejamos el riachuelo que parecía cristal, El verde de los campos de frescura especial Por el concreto duro que nos vino a asfixiar. Aquí nos seleccionan, los de aquí y los de allá, Aquellos se merecen un lugar especial. Planeación lo requiere, que se vea la ciudad, Ordenada y conforme, con la necesidad. No importa si los muchos se van quedando atrás O los que tienen hambre se les siente llorar, Lo primero es primero, así es la humanidad El progreso, imposible, no se puede parar.
biografia: Jaime CARDONA HERNÁNDEZ Nacido en el Municipio de Pueblo Rico, Antioquia en el año 1935. Desde sus primeros años amó la lectura, comprando frecuentemente revistas del Readers Digest y leyéndolas a la luz de una vela. Fue luego soldado de la república y unos años más tarde conformó su hogar con la señora Teresa Quintana, del que nacieron cinco hijos. Radicado en el Municipio de Itaguí desde hace más de 40 años, trabajó como obrero textil hasta alcanzar casi su jubilación, negociando ésta para atender el llamado de Dios y dedicarse a la labor pastoral en una iglesia cristiana. Teniendo en su corazón el deseo siempre vivo de escribir, en sus últimos años se ha dedicado a este arte, que más que ello, es su forma de expresar cómo ve su entorno, como siente y como vive su cotidianidad. Estos sus poemas, son un legado a su familia y a su gente y son finalmente , y lo más importante, una expresión de gratitud a Dios quien le ha dado todo, por quien es y por quien existe.
Recientemente ha publicado, con apoyo de la Alcaldía del Municipio de Itaguí, su libro: 'TRASCENDENCIA' donde compila 246 de sus poemas inéditos.
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